Nueve de enero del presente año , Rosarno provincia de Calabria ,Italia. Centenares de inmigrantes, recogedores de cítricos en los campos   aledaños, salieron a las calles  en esta pequeña población de la Calabria profunda y áspera para protestar por las enésimas vejaciones recibidas por parte de los patrones e intermediarios.

Los inmigrantes ( en su mayoría originarios del Africa central) para llamar la atención quemaron algunas canecas, rompieron vitrinas y quemaron uno que otro automóvil  en el centro de la población . Ante el amotinamiento varias habitantes rosarneses  en  concomitancia con   el ambiente maniatado por la mafia, ‘ndrangheta o coscha calabrese y el racismo,respondieron a los actos de los inmigrantes trabajadores de manera violenta. Bajo los gritos  de caza al africano y/o al negro, diez inmigrantes resultaron heridos por armas de fuego y cortopunzantes, este fué el fin de una ficticia convivencia,basada en la explotación . La task force italiana se dirigió a Rosarno, allí despues de algunas horas calmó a malapena las aguas revueltas y se encargó de repartir a la mano de obra inmigrante entre los varios  centros de ayuda, esparcidos  por el sur  Italiano. Fin del conflicto.

Rosarno solo es la punta del iceberg de un problema que lleva varios años incubándose, la inoperancia y las políticas represivas por parte del gobierno italiano frente a la marea de inmigración clandestina que llega a las costas Italianas, el tráfico que de ella se hace, el nudo ciego de la precariedad en las zonas agrícolas al sur del «belpaese» donde la ‘Ndrangheta en el caso calabres domina sobre un terreno fértil para todo tipo de especulaciones criminales y si, la desidia y el racismo por parte de un buen porcentaje de sus habitantes, no solo en Calabria.

Para la mano de obra agrícola « extracomunitaria » en Italia (clandestinos, ilegales y con permiso de trabajo) la odisea de la inmigración no tiene fin, la mayoría sigue la ruta de las cosechas: desde noviembre hasta marzo se recogen los cítricos en Calabria, luego las papas en Sicilia  y de ahí se parte  a la cosecha de tomates en Campania y Puglia, para reiniciar el ciclo una y otra vez.

Muchos de los trabajadores itinerantes estan dispuestos a lo que sea, por ejemplo en Burkina Faso, una jornada laboral se paga un poco mas que un euro, es así que muchos anhelan pasar las dificultades de la fronteras para hacer parte de este ciclo por 20 euros la jornada en Italia  y  12 horas diarias; sin servicios básicos, como luz ,agua, comida y  techo. Para llegar a  vivir  en muchas ocasiones  « como ratas entre las ratas », bajo el frio , la extorsión y la discrimnación.

Los inmigrantes en Rosarno no aguantaron más los ultrajes y el tratamiento de esclavitud. Se sabe que hace un par de años  dos veces salieron a las calles para protestar, la primera  a consecuencia de  la matanza de tres jóvenes ghaneses, liquidados por la coscha o ‘ndrina , Balloco o Pesce y la segunda vez   ocuparon  la plaza del pueblo gritando en contra de las extorsiones y hostigamientos de algunos habitantes de Rosarno en donde la caza al negro era ya una actividad conocida  . Se requiere bastante coraje para salir a protestar en una región donde no pocos políticos y habitantes han sido asesinados por las organizaciones criminales que imponen el miedo; más allá del vandalismo, los inmigrantes han dicho basta frente a la inercia silenciosa de los rosarneses.

En medio de la  última  trifulca el ministro del interior italiano declaró: «  demasiada tolerancia con la inmigración clandestina » el gobierno italiano quiere apretar el puño cómo sino fuera suficiente criminalizar la clandestinidad, es así cómo Roberto Saviano en un artículo para la Repubblica en el 2009  comenta  sobre el coctel inmigración-mafia-criminalización:

Cuando se generaliza, se le hace el favor a las mafias. Estos viven de la generalización. Quieren ser los únicos socios. Si todos los inmigrantes se vuelven criminales, las bandas criminales lograrán sentirse como sus representantes y no habrá documento o llegada que no sea administrado por ellos. Una actitud obtusa y de criminalización ayuda a las organizaciones mafiosas porque constriñe a cada migrante a relacionarse con las mafias ya que de estos dependen los documentos, alojamientos,los anuncios en los periódicos y la asistencia legal .No se trata de interpretar el típico rol de las « almas buenas » como diría alguno, sino de analizar como las mafias italianas explotan cada debilidad de la comunidad migrante.

En fin, la polémica al respecto parece estéril  en Italia y mientras tanto el problema de Rosarno lo ha solucionado el gobierno a punta de excavadoras y desplazamientos. Al fin al y al  cabo una nueva fila de trabajadores los reemplazará , tal vez por las mismas condiciones y con los mismos explotadores. Es un problema de orden público y basta, según las autoridades. Queda en el aire el mutismo del primer ministro Berlusconi que recién ha bautizado su partido politico como el del amor, la izquierda, impotente como en los ultimos años disolviéndose en una eterna letanía sin nínguna proyección, pérdida en la obsesión del antiberlusconismo. Al final parece que la problemática inmigracion se resume en quién pesca mas votos en rio revuelto , la solución hasta ahora es  un hoyo en el agua, el problema sigue siendo  una bomba de tiempo.

Aquí un enlace en Le Monde sobre el Síndrome Rosarno